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Otros edificios

Podemos encontrar muestras de estupenda arquitectura civil en:

  • Calle de la Iglesia nº 3: Es una casa de tres plantas, la inferior en mampostería y sillarejo, con portada adintelada en sillería de basalto, las superiores en ladrillo, la media con vanos adintelados y escudo de alabastro medio partido de castillo de tres torres y banda con dos estrellas y cortado de aspa (linaje del Marqués de Casa Torre) y la superior con galería de arcos de medio punto sobre pilastras, rematada en alero de canes tallados, del siglo XVII.

  • Plaza Obispo Minguella nº 23: Tiene cuatro plantas, la inferior en mampostería y alabastro, las superiores de ladrillo, con galería de arcos de medio punto sobre pilastras la última, y escudo hacia la calle Mayor de Manuel Cruz González tronchado por banda de castillo de tres torres surmontado de flores y de Cruz de Calatrava con tres estrellas; del siglo XVII.

  • Calle Mayor nº 62: Casa de cuatro plantas, la inferior en mampostería y sillería de basalto, las inferiores de ladrillo con pilastras resaltadas, rematando en galería de arcos de medio punto y alero de madera de canes tallados; escudo de armas de la casa Infanzona de Mallagaray del señorío de Vizcaya, herrajes y maderas de balcones de época; del siglo XVIII.

  • Calle Ancha: Escudo muy perdido de fines del siglo XVII, cuartelado en cruz de dos torres, dos recuentes, borrado y lobo pasante a árbol.

  • Calle Higueras nº 16: Es casa de cuatro plantas, la inferior de sillería de basalto con vanos adintelados, el resto de ladrillo con cornisa y canes de alero de la época y escudo de linaje de Casa Torre con bordura de águilas del siglo XVII.

  • Calle Higueras nº 18: Tiene tres plantas, las dos inferiores en sillería de basalto y el resto de ladrillo, con escudo de los Bidaurres tronchado por banda de castillo surmontado por caballero con banderola y cruz de Calatrava, con tres estrellas; del siglo XVIII.

Puente Medieval

Esta sobre el río Linares, sobre este pasaba antiguamente un ramal de la calzada 27, calzada "Antonio Pío", iba de Calahorra pasando por Contrebia Leukade y llegaba hasta Numancia (Soria).

En la actualidad se ha procedido a su restauración, limpieza y alumbrado quedando un puente precioso digno de ser visitado tanto por el día como por la noche.

Ésta iluminación consta de 8 farolas de pie a los dos lados de la travesía y de tres focos de gran potencia iluminando por abajo el gran ojo central y los dos laterales del puente.

La calzada tiene una anchura de 5 metros, los dos ojos laterales tienen una altura máxima de seis metros cada uno y el central de 11,5 metros. Los dos ojos laterales se encuentran a 6 metros de distancia del central y éste último tiene una distancia con la calzada de 1,5 metros.

Palacio del Marqués de Casa Torre

En Igea podemos contemplar la construcción civil más importante de toda La Rioja: "El Palacio del Marqués de Casa Torre" data del siglo XVIII y es de estilo florentino.

El marqués mandó la construcción de un palacio y construyeron la casa que se encuentra al final de la calle de la Iglesia, (cincuenta metros más abajo del actual) cuando éste la vio acabada, les dijo a sus arquitectos ¿Vosotros pensáis que este edificio es un palacio? Ésta casa será la casa de los perros y me construiréis un palacio que sea digno de un rey, entonces es cuando construyeron el actual palacio y una pequeña casa adosada, para los sirvientes y las caballerías.

El segundo palacio se construyó en 1729, con los mejores artistas Españoles e Italianos, por el primer Marqués, natural de Igea, Don Juan José Ovejas y Díez (1682-1732), gobernador y capitán General de Arica en Perú, donde hizo grandes negocios, se casó en Arica con Dña. María Isabel Loaisa y Valdés.

Decía Felipe V en una entrevista que tuvo con él en el palacio de la Granja que nunca había visto una "oveja" con tanta lana. Le acababa de regalar al rey una gallina y doce huevos de oro.

Visto desde su fachada principal presenta cuatro plantas, mientras que si lo hacemos desde la zona del río nos aparecerá una más. Una gran escalinata, rematada por cúpula profusamente decorada, permite el acceso a las plantas superiores. Su planta es cuadrangular y ocupa 500 m2 lo que da idea de la solidez del edificio y la perfecta simetría que guarda.

En su construcción se empleó basalto negro, además de alabastros, mampostería en piedra, ladrillo de tierra y abundante y bien forjado hierro, traído en carretas desde Bilbao.

La puerta principal, que se abre a la calle de la Iglesia, da paso a un amplio zaguán, del que arranca, tras dos arcos semicirculares, la escalinata "Imperial" de doble tiro, hasta la planta noble y a su vez la bajada a los semisótanos, también en doble tramo, aunque más sencilla. Los peldaños de la escalera son de caliza negra y balaustrada de hierro forjado, en perfecta combinación con los balcones y ventanas de todo el conjunto. Destacan en la balaustrada, suntuosos pomos esféricos y la caja paralepipédica de la escalera en la planta principal, se transforma en octogonal en las plantas superiores.

Quizás el conjunto más logrado sea la gallarda cúpula, que en forma de vistosa linterna, corona esta subida majestuosa. Encima de la sobria balconada de hierro, destacan los cuatro evangelistas en las trompas y más arriba los cuatro elementos naturales: tierra, mar, aire y fuego y balcones de celosía de madera.

La zona más notable del palacio es la primera planta, denominada como la planta noble del palacio, en ésta se encuentra las salas de tapices y de baile, más la capilla privada, con su hermoso retablo barroco, estofado en oro y una gran puerta divisoria, con impresionantes incrustaciones y adornos de gran valor (unos de los muchos comentarios que hacen las personas de la localidad sobre esta majestuosa puerta es que a principios de este siglo unos franceses sorprendidos del valor de esta puerta, ofrecieron por ella 400.000 pts y ponían en su lugar una réplica lo más parecida posible).

En al fachada posterior destacan cuatro galerías superpuestas, con sus arcos de medio punto, sobre pilastras de basalto negro.

En abril del año 1983 era declarado Monumento Histórico-Artístico Nacional. Hoy es propiedad de un grupo de personas que han creado una sociedad anónima con el fin de restaurar uno de los edificios más singulares de La Rioja. Durante varias generaciones fue propiedad del Marquesado de Casa Torre, cuyos escudos aparecen a ambos lados del balcón principal de la fachada. Cuentan que para levantar esta casa se contrataron algunos de los mejores constructores de la época, que llegaron a dudar en algún momento, de que el patrocinador dispusiera de fondos suficientes para financiar tan gran empresa, por este motivo y ante los rumores que llegaban a oídos del Marqués, mandó a unos de sus súbditos con un cubo al río, para que lo subiese lleno de agua (el río venía de crecida) cuando regresó con el cubo lleno de agua le preguntó el Marqués ¿A disminuido el caudal del río después de llenar el cubo de agua? A lo que respondió este que NO, entonces dijo el Marqués: "Lo mismo sucederá en mis caudales cuando pague este palacio".

Otro de los comentarios que va pasando de generación en generación es que en una de las esquinas del palacio y en la primera piedra que pusieron se encuentra escondido oro además de objetos de gran valor.

BIBLIOGRAFÍA:
Periódico local Palallana nº 3 de Enero de 1980.
Página de divulgación cultural del colegio oficial de arquitectos de Aragón y La Rioja.
Hoja parroquial nº 208 del 23 de Noviembre de 1997
Inventario del patrimonio artístico de España, (Logroño y su provincia)
Suplemento del periódico de La Rioja "La Rioja Monumental" paginas de la 79 a la 80 

De la construcción de un trujal de sangre en las bodegas del Palacio

En la época en que Palacio y trujal fueron construidos, la oliva recogida en los olivares del término, debía ser molturada rápidamente en uno de los tres trujales hidráulicos que existían en Igea. Dos de ellos eran de propiedad particular, y el tercero propio del común de la Villa. En este último, el turno de molienda se asignaba por sorteo, y se corría el peligro de que si la aceituna estaba largo tiempo almacenada, parte de esta se pudriese (ardiese) con lo que el perjuicio para el cosechero era claro.

Como el Marqués poseía una considerable producción de sus olivares, es lógico que no deseando correr riesgos del sorteo, o bien tener que abonar una maquila excesiva a los trujaleros privados, decidiese construir su propio trujal.

Desde luego, construir un trujal hidráulico en el siglo XVIII era muy costoso (había que construir un canal, un edificio y dotarlo de maquinaria) y además, al almacenar el aceite en las bodegas del Palacio, no eliminaba el problema del acarreo. Estas razones, condujeron al Marqués a la idea de construir su propio trujal en el Palacio, pues procediendo de familia humilde, era sin duda un hombre práctico, y no le disgustó la idea de compartir su casa con un artefacto que al fin y al cabo representaba trabajo, algo que todavía era despreciable para los nobles de la época.

Un pequeño trujal de Sangre o de tracción animal, era la mejor solución, la máquina no ocupaba demasiado espacio, se prensaría el aceite junto a la bodega eliminando el problema del transporte, y las caballerías necesarias para mover el ingenio serían alojadas en cuadras contiguas.

Como un solo molino quizá resultase lento, se instaló definitivamente una máquina gemela que accionaba desde una única rueda motriz, las piedras de sendos molinos.

La construcción de este molino puede fecharse en la segunda mitad del siglo XVIII, pues no se cita en el Catastro de Ensenada (1752) y sin embargo, en 1810 el Marqués pasó a ser propietario del trujal hidráulico del común, por lo que a partir de entonces, no juzgamos posible la construcción ya que no lo necesitaba.

La descripción del trujal

El trujal considerado como industria de transformación de un producto básico (la aceituna) en otro apto para el consumo (aceite) puede considerarse dividido en varias zonas que se distribuían en varios recintos dentro del Palacio.

Las salas de almacenamiento de aceituna se situaban en la Planta Semisótano y esta era introducida desde el exterior a través de dos pequeñas ventanas practicadas en la fachada principal. Desde las ventanas hasta el suelo de la Planta Semisótano caía la oliva por una rampa practicada en el muro.

En el suelo de la Planta Semisótano, existían diversos agujeros practicados justo sobre los molinos, a través de los que caía la aceituna. Esta era repartida uniformemente, al compás del giro de las piedras, por un dosificador cuya forma se acompaña en las láminas adjuntas.

La Planta Sótano, albergaba la Sala del trujal o mejor dicho de la máquina que accionaba los molinos, y la Sala de depósitos de aceite, donde se almacenaba el producto.

La Sala de Máquinas del trujal, tenía acceso directo desde el exterior, por un portón al que se llegaba a través de una empinada cuesta. En su interior y al fondo se encontraba la máquina, consistente en un eje vertical del suelo al techo que disponía de una rueda motriz en cuya llanta y hacía abajo se hallaba la hilera de bolillos de madera que movían las dos transmisiones generales e independientes de ambos molinos.

Estas transmisiones estaban formadas por un eje de madera horizontal y dos ruedas o engranajes de bolillos, la una que recibía el movimiento de la rueda motriz, y la otra que lo transmitía a la rueda de bolillos del eje vertical del molino, el cual en su giro arrastraba la piedra.

Las piedras de molturar, estaban colocadas verticalmente y eran arrastradas por sus ejes sobre una solera de

piedra formada por cuñas engarzadas sólidamente.

La Planta Sótano, albergaba la Sala del trujal o mejor dicho de la máquina que accionaba los molinos, y la Sala de depósitos de aceite, donde se almacenaba el producto.

La Sala de Máquinas del trujal, tenía acceso directo desde el exterior, por un portón al que se llegaba a través de una empinada cuesta. En su interior y al fondo se encontraba la máquina, consistente en un eje vertical del suelo al techo que disponía de una rueda motriz en cuya llanta y hacia abajo se hallaba la hilera de bolillos de madera que movían las dos transmisiones generales e independientes de ambos molinos.

Estas transmisiones estaban formadas por un eje de madera horizontal y dos ruedas o engranajes de bolillos, la una que recibía el movimiento de la rueda motriz, y la otra que lo transmitía a la rueda de bolillos del eje vertical de molino, el cual es su giro arrastraba la piedra.

Las transmisiones y ruedas de accionamiento de los ejes de las piedras de los molinos, estaban bajo el suelo de la Sala en el interior de pequeñas galerías abovedadas practicadas para tal fin.

La máquina del trujal, está totalmente construida en madera, probablemente haya, para radios, llantas y bolillos y pino para los ejes. Los ejes de madera, terminaban en ejes de hierro y llantas del mismo material. Las piezas que formaban las ruedas, quedaban solidamente unidas por llantas de hierro que abrazaban el conjunto.

Hemos observado que la madera, no estaba trabajada de un modo basto. Las uniones eran machihembradas y su acabado perfectamente pulido. Los bolillos están colocados en agujeros rebajados en las llantas.

Los refuerzos para unir llantas, radios y ejes eran de varilla de hierro de sección cuadrada que no se dejó lisa, sino revirada, logrando incluso un agradable efecto estético allí donde funcionalmente no era necesario.

En el muro contiguo a la bodega, y junto a uno de los molinos, se dispuso la primera prensa de un solo tornillo, y junto a ella, en una ampliación posterior, se añadió la segunda prensa, de mayor capacidad de trabajo, con dos tornillos.

La situación de estas prensas puede apreciarse en el plano de la planta Sótano, en los dos huecos del muro entre la Sala de Máquinas y la Bodega.

A la Sala de almacenamiento de aceite, contigua, como quedó dicho, a la anterior; se accedía a través de una puerta practicada en el muro (donde según todos los indicios se encontró un hogar que suponemos servía para calentar el agua que añadida a la pasta, permitía obtener mejor aceite en el prensado.

En la Sala de almacenamiento de aceite o bodega, se encuentran en perfecto estado, 20 vasijas prismáticas, talladas en piedra arenisca con tapa de madera capaz cada una de ellas de contener alrededor de 750 litros de aceite. También se encuentran en esta y otras salas contiguas tinajas de diversas medidas, trabajadas a mano con idéntico fin.

En la planta sótano se encuentran además, dos pequeños recintos que servían como cuadras para el ganado.

Funcionamiento del trujal

El funcionamiento del trujal era muy sencillo; una o dos caballerías, accionaban la rueda motriz principal, cuya llanta se movía al unísono con la caballería. La gran cantidad de bolillos, engarzando con los de la rueda transmisora, multiplicaban la velocidad de giro de esta que a su vez al transmitir el movimiento al eje del molino era multiplicado nuevamente. De este modo hemos determinado (simplemente contando el número de bolillos), que por cada vuelta de la caballería, la piedra del molino, rodaba alrededor de su eje 6 veces.

La oliva era depositada a través del dosificador que relacionaba el giro de la piedra con la cantidad de aceituna vertida. Deteniendo la caballería se procedía a retirar la pasta que mezclada con agua caliente se depositaba en las esteras. Se colocaban por capas en la prensa, y eran empujadas y comprimidas por el husillo roscado. El aceite así obtenido sufría un decantado y el más fino se reservaba para consumo. El de inferior calidad, como era el que escurría por las juntas entre eje y rueda del molino, se recogía en una vasija enterrada, a través de los canalillos y era utilizado para alumbrado en lamparillas de aceite y candiles.

BIBLIOGRAFÍA:
Trabajo realizado en Abril de 1987 por varios alumnos del Instituto de Formación profesional de Alfaro La Rioja.
Los Alumnos son:
- José Manuel Martínez Pérez (el pana, de Igea)
- Juan Carlos Sáez de Guinoa (Carlos, marido Mariapi, de Igea)
- Teddy Ladrón Peña (Alfaro)
- Fernando Escuchuri Martínez (Alfaro)
- Jose Luis Martínez Pérez (Alfaro)

El profesor encargado:
Teodoro Inchausti Alonso (Alfaro)

Casa de los Moros

Acerca de la casa de los moros, D. Isaías Acarreta (licenciado en historia) contestó en una entrevista que se le hizo para el periódico "el palallana" de Igea, en 1.980:

"No tengo juicio suficiente para dar mi opinión a cerca de ella. Lo que sí puedo decir es que el historiador Ballesteros afirma que en el momento de la invasión de España por los árabes, era señor de Igea un tal Fortún, que se hizo musulmán y tuvo el suficiente valor para apoderarse, desde su fortaleza de Igea, posiblemente la casa de los moros, de Tudela y Zaragoza, llegando así a ser el rey de la frontera superior o valle del Ebro, fundando la dinastía de los Benicasi". La Torre del Moro o Casa de los Moros se encuentra a 2,5 Km. aproximadamente de Igea, en la margen derecha del río Linares, aguas arriba. Es una construcción de planta rectangular, con muros de manipostería y sillarejo cogidos con mortero de cal y arena y, también, de yeso y arena, de unos 73 cm. de espesor.

Domina una hondonada, quizá artificial, que puede ser resto de foso o de origen molinar, teniendo una especie de malecón bajo ella.En la fachada orientada hacia el S. se abre el ingreso, de 1.18 m. de ancho, totalmente irreconocible en su aspecto original. Sobre ella, en la segunda planta, existe una aspillera rectangular.

En la fachada E., en la planta noble, aparece muy rehecha al exterior una ventana que al interior se muestra en arco rebajado. A ambos lados de ella parece que existieron bancos.Próxima a ella, en la planta baja, hay una aspillera rectangular con derrame al interior.

En la fachada O., en la planta principal, parece que existió un ventanuco. En la planta baja, a la altura del teórico dintel de ingreso, hacia la esquina N., hay cinco mechinales redondos, que pudieron servir para sostener vigas de matacán de 18 a 20 cm.

En la fachada N. hay otra ventana, informe, y junto a ella, una aspillera.

Casa Carrillo

Don Alonso Carrillo de Acuña nació el año 1410, fue obispo de Sigüenza y arzobispo de Toledo, también llegó a ser ministro y privado del Rey Enrique IV de Castilla, hijo de Juan II.

El reinado de Enrique IV es uno de los más tristes y calamitosos de la historia de Castilla. El mentado rey estaba rodeado de ambiciosos, como era el arzobispo de Toledo, Don Alonso Carrillo.

El arzobispo Carrillo consiguió la merced del Rey Enrique IV, de un alumbre (sal que resulta del ácido sulfúrico con la alúmina - óxido de aluminio- y la potasa; se usaba como mordiente en tintorería) para su explotación, situado en el campo de Olivedo, dentro de la tierra de Igea, o sea a la margen izquierda del barranco la Llasa o de la muga en la zona denominada con el nombre de Las Minas, y en su parte más baja como los cerrados.

Fue D. Alonso de Carrillo, nos dice Alonso de Palencia, en sus crónicas de Enrique IV, de los acuciados por la sed del oro, que trabajaron sin descanso en el descubrimiento de la maravillosa "piedra filosofal" y en la falsa empresa iba disipando gran parte de sus cuantiosas rentas.

Un tal Alarcón, muy instruido en artes de alquimia, hombre malvado y embaucador, vino a ser quien se convirtiera, para el Arzobispo, en " hombre acepto, más amable y más amado, depositario de su confianza y objeto de su mayor benevolencia" Logró para él una sustanciosa renta de 500 florines aragoneses, de parte de la princesa, Dña. Isabel, a quién más tarde abandonó el Arzobispo, para pasarse al bando de su enemiga la Beltraneja.

En la parte de Olivedo viniendo de las montañas que sirven de línea divisoria a las cuencas del río Alhama y del río Linares, hacía Rincón de Olivedo presentándose alunita (roca de donde se extrae el alumbre) con gran frecuencia en terrenos de pizarras y arcillas, entre las que se mezclan las piritas de hierro. Cuando dejamos el campo de Olivedo y vamos penetrando en el de Igea, entre las areniscas se intercalaban algunas capas de calizas negras con fósiles de agua dulce más gruesas que en el mentado y que, ya en Igea, se convierten en auténticas canteras de pizarras negras, que serían usadas para la construcción del palacio del Marqués de Casa Torre y las esbeltas columnas de la iglesia parroquial, se mezclan piritas de hierro entre conglomerados de color verdoso o gris cuarzoso.

Si vamos de Igea hacia Rincón de Olivedo y en el último puente antes de llegar a ésta localidad, se encuentra un camino "llamado camino de la Casa Carrillo" el cual lleva a los menguados restos (si es que quedan algo) lugar donde se pretendió explotar el Arzobispo y muy cerca del cual, se construyó la Casa Carrillo, concretamente en la margen izquierda de la carretera de Cornago, cercano al kilómetro 13 y a unos 30 metros de la carretera hacia el río Linares, o mejor dicho a la derecha del camino viejo que subía de Las Casas a Igea, cerca de donde se sacaba el alumbre, se levantó la casa del Arzobispo Carrillo. El arzobispo no solamente consiguió del Rey Enrique IV la merced de explotar el alumbre sino también el hacer los edificios necesarios que creyera el arzobispo "sin licencia".

El consejo de Cornago no solamente vio mal la donación hecha a D. Alonso Carrillo, sino que peor vio el edificar sin licencia, ya que con ello perjudicaba a sus ganados, porque los terrenos que iban a ocupar no podían aprovecharlos sus ganados (que bajaban desde la Sierra a las riberas del río Linares) no obstante el consejo de Cornago nombró a cuatros personas veedores para la vigilancia de sus terrenos, y ver de qué manera se hacían dichas obras o edificaciones, al principio no se opusieron por venir de tan alto dignatario, y por traer la licencia Real.

Cuando los cornagueses se dieron cuenta de que los edificios no estaban de acuerdo con la explotación del alumbre, salieron en defensa de sus legítimos derechos. Al parecer debieron destruir las edificaciones, pero con ayuda del Rey Enrique IV, volvió a hacerse la Casa Carrillo y sus edificaciones anejas.

Los edificios construidos en el Campo de Olivedo para la explotación de alumbre se les llamó "Casa Carrillo", dicha casa tenía un subterráneo que salía al río Linares, y según algún autor tenía su barbacana con su chalet o cortijo, cercada de tapias y almenas alrededor.

La fecha en la que Enrique IV donó estas tierras al arzobispo sería por los años 1454-1457, ya que a partir de entonces las relaciones entre ambos no fueron buenas. El rendimiento minero debió ser muy poco beneficioso, si es que las circunstancias le permitieron explotarlo.

Hernando del Pulgar en su obra Claros varones de España, al hablar del arzobispo dice: "Era onme belicoso e siguiendo esta su condición plazíale tener continuamente gente de armas é andar en guerras é juramentos de gentes", también dijo: "... gastando mucho y deseando gastar más, murió D. Alonso Carrillo pobre y endeudado".

Los edificios construidos junto al minero de alumbre o alunita, se convirtieron en "casa fuerte", con su gran y extensa tapia, andamios, almenas alrededor y dentro una torre con su cortijo y barbacana.

El rey D. Enrique IV destierra en 1.459 al señor de Cornago, D. Juan de Luna y confisca sus bienes, este hecho complica más aun las cosas. Ni siquiera la amistad firmada en 1.462 entre los reyes de Aragón y Castilla resuelve el problema. Una de las condiciones de esa reconciliación era la de entregar el castillo de Cornago al Arzobispo Carrillo, que tanto lo había ambicionado siempre, pero ni el alcalde ni mucho menos el pueblo lo admitieron y no se cumplió dicha orden.

En el año 1464, por Real Cédula de 12 de Abril de S.M. el Rey Enrique IV, concedía el señorío de la villa de Cornago al señor Don Juan Beamonte.

El arzobispo Carrillo, tomó parte activa en la batalla de Medina del Campo (1467). Luego se pone de la parte de Isabel I.

En 1468, el arzobispo de Toledo, Don Alonso Carrillo de Acuña sigue con sus pretensiones y hace que la Reina Doña Isabel I de Castilla, al ser reconocida como princesa y heredera de Castilla, en pago a los muchos favores recibidos por el arzobispo, le conceda Cornago con su fortaleza. El arzobispo Carrillo celebró la concordia en Cebreros (Ávila) el 19 de Septiembre del mentado año, y en una de las cláusulas de la concordia se ve la codicia como se ve en las restantes y dice: "Item que la dicha señora Princesa faga dar e entregar luego dentro de ochenta días primeros siguientes desde hoy del dicho día, la villa de Cornago con su tierra y fortaleza al dicho Arzobispo de Toledo o a quien su poder oviere".

Eran años muy agitados, la vecina Navarra se desangraba, a causa del asesinato el 23 de noviembre de 1469, del obispo de Pamplona, Don Nicolás Chavarri, por Mosén Pierres de Peralta, obispo de confianza del señor de la villa de Cornago, Don Juan Beamonte, este asesinato ocasionó graves consecuencias, como luchas entre Agramonteses y Beamonteses y la formación de cuadrillas de bandoleros que ocasionaron grandes incendios y saqueos. El Arzobispo convirtió su casa de campo de Olivedo en refugio de gentes de armas.

Las gentes del arzobispo, unidas a las huestes de Navarra, causaron grandes daños en los bienes y personas de la aldea de Igea, se les robaba ganado, les salteaban en los caminos, ocasionándoles algunas muertes, y en cierta ocasión las gentes del arzobispo y de Navarra saquearon la aldea de Igea, robando muchos ganados mayores y menores, enseres de las casas, marchando con la cabalgada a la Casa Carrillo, donde se hizo el reparto entre las gentes del arzobispo y de Navarra.

La réplica de igeanos y cornagueses, con licencia del rey y mandados por D. Juan de Luna, señor del castillo de Cornago, fue entrar y tomar por asalto la casa carrillo, derribar parte de ella o aportillar su tapia.

A favor de la casa carrillo, iban los súbditos del Conde de Aguilar, hasta tal punto llegó que, compraban los ganados robados, también le ayudó el conde con sus vasallos a luchar contra los cornagueses y contra la aldea de Igea dando refugio en sus tierras a los perseguidos estos.

Ni todos los buenos deseos, juramentos y promesas de la entonces Princesa, heredera de Castilla, Isabel, fueron suficientes para que el Arzobispo Carrillo consiguiera ser dueño de Cornago y su castillo, que estaba en manos de D. Juan de Beamonte, pero que pronto volvió a las de sus legítimos propietarios "Los Lunas", en Dña. María de Luna.

Después de dos años de inquietudes y ambiciones por parte de Carrillo, la reina Isabel I de Castilla entabló con el arzobispo Carrillo negociaciones de paz, y volvió a la gracia de la Reina mediante la rendición de todas sus fortalezas, en 1478. Desde entonces hasta su muerte, el arzobispo Carrillo, se consagró a cumplir con las obligaciones de su sagrado ministerio.

En 1482 moría el incansable, afanoso y apasionado arzobispo Don Alonso Carrillo y Acuña dejando la casa Carrillo a su hijo D. Zoilo Carrillo Acuña, conde de Agosta (Sicilia), casado con Dña. María de Peralta, que fue condesa de Santisteban y señora de Marcilla, Peralta, Funes, etc.

Los condes de Aguilar, D. Carlos de Arellano, señores de Cameros, compraron la Casa Carrillo, lo que disgustó mucho a los de Cornago, que temieron un nuevo florecimiento de esta antigua y odiada fortaleza dentro de sus tierras.

Los nuevos dueños trataron de mejorar sus tierras y quizás de explotar sus minas. Aquí es donde se comienza a hablar de una nueva heredad: Casa de Río Xea y la casa del aguacil, sin que se determine el sitio exacto de su localización.

El arzobispo fue comprando algunas fincas a los vecinos de Igea y formó una sola pieza, que intentó repetidamente cercar (se llama Los Cerrados) y que actualmente atraviesa la carretera de Igea a Cervera. El nuevo dueño, el conde de Aguilar, intentó como D. Alonso Carrillo, cercar su heredad, pero los vecinos de los pueblos derribaban la cerca, por lo que acudió a la Chancillería de Valladolid, que le dio sentencia favorable. Nada consiguió dicha sentencia, ya que la cerca impedía el acceso de ganados al río Linares, cuando venían de Carnanzún y también les molestaba para pastar en estas tierras favorables.

Los Igeanos y Cornagueses impidieron al conde la plantación de viñedos, ya que podría ser el primer paso para el posterior cercado de las tierras. Le negaron el agua para el riego, a no ser en años de gran abundancia de agua, alegando que dichos campos cuando pertenecía a los vecinos de Igea, nunca habían tenido derecho a aguas.

Las aguas se recogían en el valle Yueco y con ellas se regaban, bajo estricta vigilancia los términos de Valdecerezo, Fuente Morota, Campillo de Cabaña, La Muñera, Cuestarey, Pago del Villar, La Cañada y Radalcasas y solo cuando sobraba agua, el campo de Olivedo y esto después de pagar el agua.

Una nueva revuelta a mano armada de los vecinos de Cornago, contra la casa carrillo en 1.503, ocasionó grandes daños, que por sentencia de la Chancillería de Valladolid, se atribuyeron a los vecinos de Alvaro de Virnuega y Antón de Blas, tal vez por ser los cabecillas, a quienes confiscaron sus bienes. Esta vez si que se cumplió la sentencia.

Siguieron las disputas de los de Cornago con el conde de Aguilar y con los vecinos de Igea, desde que esta villa alcanzó total independencia y el título de villa en 1.661

Hasta el cabildo eclesiástico de Cornago hubo de pleitear con los condes, y así en 1.657 se condena a la casa Carrillo al pago de los diezmos que les correspondían.

Solo la abolición de los señoríos, privó a los condes de Aguilar de la casa Carrillo en 1805, quedando ésta como coto cerrado. La totalidad de sus tierras volvieron a los vecinos de Igea, pero ahora como siempre el campo de Olivedo sigue sin derecho a las aguas de riego, que si quiere ha de comprarlas.

El nombre de la "Casa Carrillo" todavía no se ha perdido y tampoco el camino de la casa Carrillo

Allá, en el Km 13 de la carretera de Igea a Cornago aparecen los restos de lo que fue la casa Carrillo, que tantos sin sabores causó a Igeanos y Cornagueses. Queda una ruinosa tapia de canto rodado de unos 30 metros y otra destruida que debió continuarse con tapial. En el ángulo que forman ambas, hay un hoyo de forma casi cuadrada, bordeado de pared más fuerte, que es tal vez, el cimiento de la torre de que hablan los documentos y que defendería la puerta que se aprecia allí mismo.

BIBLIOGRAFÍA:
Etnología de Rincón de Olivedo o Las Casas, de José Mª Solano Antoñanzas.
Periódico local Palallana nº7 Mayo de 1980

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