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Palacio del Marqués de Casa Torre

En Igea podemos contemplar la construcción civil más importante de toda La Rioja: "El Palacio del Marqués de Casa Torre" data del siglo XVIII y es de estilo florentino.

El marqués mandó la construcción de un palacio y construyeron la casa que se encuentra al final de la calle de la Iglesia, (cincuenta metros más abajo del actual) cuando éste la vio acabada, les dijo a sus arquitectos ¿Vosotros pensáis que este edificio es un palacio? Ésta casa será la casa de los perros y me construiréis un palacio que sea digno de un rey, entonces es cuando construyeron el actual palacio y una pequeña casa adosada, para los sirvientes y las caballerías.

El segundo palacio se construyó en 1729, con los mejores artistas Españoles e Italianos, por el primer Marqués, natural de Igea, Don Juan José Ovejas y Díez (1682-1732), gobernador y capitán General de Arica en Perú, donde hizo grandes negocios, se casó en Arica con Dña. María Isabel Loaisa y Valdés.

Decía Felipe V en una entrevista que tuvo con él en el palacio de la Granja que nunca había visto una "oveja" con tanta lana. Le acababa de regalar al rey una gallina y doce huevos de oro.

Visto desde su fachada principal presenta cuatro plantas, mientras que si lo hacemos desde la zona del río nos aparecerá una más. Una gran escalinata, rematada por cúpula profusamente decorada, permite el acceso a las plantas superiores. Su planta es cuadrangular y ocupa 500 m2 lo que da idea de la solidez del edificio y la perfecta simetría que guarda.

En su construcción se empleó basalto negro, además de alabastros, mampostería en piedra, ladrillo de tierra y abundante y bien forjado hierro, traído en carretas desde Bilbao.

La puerta principal, que se abre a la calle de la Iglesia, da paso a un amplio zaguán, del que arranca, tras dos arcos semicirculares, la escalinata "Imperial" de doble tiro, hasta la planta noble y a su vez la bajada a los semisótanos, también en doble tramo, aunque más sencilla. Los peldaños de la escalera son de caliza negra y balaustrada de hierro forjado, en perfecta combinación con los balcones y ventanas de todo el conjunto. Destacan en la balaustrada, suntuosos pomos esféricos y la caja paralepipédica de la escalera en la planta principal, se transforma en octogonal en las plantas superiores.

Quizás el conjunto más logrado sea la gallarda cúpula, que en forma de vistosa linterna, corona esta subida majestuosa. Encima de la sobria balconada de hierro, destacan los cuatro evangelistas en las trompas y más arriba los cuatro elementos naturales: tierra, mar, aire y fuego y balcones de celosía de madera.

La zona más notable del palacio es la primera planta, denominada como la planta noble del palacio, en ésta se encuentra las salas de tapices y de baile, más la capilla privada, con su hermoso retablo barroco, estofado en oro y una gran puerta divisoria, con impresionantes incrustaciones y adornos de gran valor (unos de los muchos comentarios que hacen las personas de la localidad sobre esta majestuosa puerta es que a principios de este siglo unos franceses sorprendidos del valor de esta puerta, ofrecieron por ella 400.000 pts y ponían en su lugar una réplica lo más parecida posible).

En al fachada posterior destacan cuatro galerías superpuestas, con sus arcos de medio punto, sobre pilastras de basalto negro.

En abril del año 1983 era declarado Monumento Histórico-Artístico Nacional. Hoy es propiedad de un grupo de personas que han creado una sociedad anónima con el fin de restaurar uno de los edificios más singulares de La Rioja. Durante varias generaciones fue propiedad del Marquesado de Casa Torre, cuyos escudos aparecen a ambos lados del balcón principal de la fachada. Cuentan que para levantar esta casa se contrataron algunos de los mejores constructores de la época, que llegaron a dudar en algún momento, de que el patrocinador dispusiera de fondos suficientes para financiar tan gran empresa, por este motivo y ante los rumores que llegaban a oídos del Marqués, mandó a unos de sus súbditos con un cubo al río, para que lo subiese lleno de agua (el río venía de crecida) cuando regresó con el cubo lleno de agua le preguntó el Marqués ¿A disminuido el caudal del río después de llenar el cubo de agua? A lo que respondió este que NO, entonces dijo el Marqués: "Lo mismo sucederá en mis caudales cuando pague este palacio".

Otro de los comentarios que va pasando de generación en generación es que en una de las esquinas del palacio y en la primera piedra que pusieron se encuentra escondido oro además de objetos de gran valor.

BIBLIOGRAFÍA:
Periódico local Palallana nº 3 de Enero de 1980.
Página de divulgación cultural del colegio oficial de arquitectos de Aragón y La Rioja.
Hoja parroquial nº 208 del 23 de Noviembre de 1997
Inventario del patrimonio artístico de España, (Logroño y su provincia)
Suplemento del periódico de La Rioja "La Rioja Monumental" paginas de la 79 a la 80 

De la construcción de un trujal de sangre en las bodegas del Palacio

En la época en que Palacio y trujal fueron construidos, la oliva recogida en los olivares del término, debía ser molturada rápidamente en uno de los tres trujales hidráulicos que existían en Igea. Dos de ellos eran de propiedad particular, y el tercero propio del común de la Villa. En este último, el turno de molienda se asignaba por sorteo, y se corría el peligro de que si la aceituna estaba largo tiempo almacenada, parte de esta se pudriese (ardiese) con lo que el perjuicio para el cosechero era claro.

Como el Marqués poseía una considerable producción de sus olivares, es lógico que no deseando correr riesgos del sorteo, o bien tener que abonar una maquila excesiva a los trujaleros privados, decidiese construir su propio trujal.

Desde luego, construir un trujal hidráulico en el siglo XVIII era muy costoso (había que construir un canal, un edificio y dotarlo de maquinaria) y además, al almacenar el aceite en las bodegas del Palacio, no eliminaba el problema del acarreo. Estas razones, condujeron al Marqués a la idea de construir su propio trujal en el Palacio, pues procediendo de familia humilde, era sin duda un hombre práctico, y no le disgustó la idea de compartir su casa con un artefacto que al fin y al cabo representaba trabajo, algo que todavía era despreciable para los nobles de la época.

Un pequeño trujal de Sangre o de tracción animal, era la mejor solución, la máquina no ocupaba demasiado espacio, se prensaría el aceite junto a la bodega eliminando el problema del transporte, y las caballerías necesarias para mover el ingenio serían alojadas en cuadras contiguas.

Como un solo molino quizá resultase lento, se instaló definitivamente una máquina gemela que accionaba desde una única rueda motriz, las piedras de sendos molinos.

La construcción de este molino puede fecharse en la segunda mitad del siglo XVIII, pues no se cita en el Catastro de Ensenada (1752) y sin embargo, en 1810 el Marqués pasó a ser propietario del trujal hidráulico del común, por lo que a partir de entonces, no juzgamos posible la construcción ya que no lo necesitaba.

La descripción del trujal

El trujal considerado como industria de transformación de un producto básico (la aceituna) en otro apto para el consumo (aceite) puede considerarse dividido en varias zonas que se distribuían en varios recintos dentro del Palacio.

Las salas de almacenamiento de aceituna se situaban en la Planta Semisótano y esta era introducida desde el exterior a través de dos pequeñas ventanas practicadas en la fachada principal. Desde las ventanas hasta el suelo de la Planta Semisótano caía la oliva por una rampa practicada en el muro.

En el suelo de la Planta Semisótano, existían diversos agujeros practicados justo sobre los molinos, a través de los que caía la aceituna. Esta era repartida uniformemente, al compás del giro de las piedras, por un dosificador cuya forma se acompaña en las láminas adjuntas.

La Planta Sótano, albergaba la Sala del trujal o mejor dicho de la máquina que accionaba los molinos, y la Sala de depósitos de aceite, donde se almacenaba el producto.

La Sala de Máquinas del trujal, tenía acceso directo desde el exterior, por un portón al que se llegaba a través de una empinada cuesta. En su interior y al fondo se encontraba la máquina, consistente en un eje vertical del suelo al techo que disponía de una rueda motriz en cuya llanta y hacía abajo se hallaba la hilera de bolillos de madera que movían las dos transmisiones generales e independientes de ambos molinos.

Estas transmisiones estaban formadas por un eje de madera horizontal y dos ruedas o engranajes de bolillos, la una que recibía el movimiento de la rueda motriz, y la otra que lo transmitía a la rueda de bolillos del eje vertical del molino, el cual en su giro arrastraba la piedra.

Las piedras de molturar, estaban colocadas verticalmente y eran arrastradas por sus ejes sobre una solera de

piedra formada por cuñas engarzadas sólidamente.

La Planta Sótano, albergaba la Sala del trujal o mejor dicho de la máquina que accionaba los molinos, y la Sala de depósitos de aceite, donde se almacenaba el producto.

La Sala de Máquinas del trujal, tenía acceso directo desde el exterior, por un portón al que se llegaba a través de una empinada cuesta. En su interior y al fondo se encontraba la máquina, consistente en un eje vertical del suelo al techo que disponía de una rueda motriz en cuya llanta y hacia abajo se hallaba la hilera de bolillos de madera que movían las dos transmisiones generales e independientes de ambos molinos.

Estas transmisiones estaban formadas por un eje de madera horizontal y dos ruedas o engranajes de bolillos, la una que recibía el movimiento de la rueda motriz, y la otra que lo transmitía a la rueda de bolillos del eje vertical de molino, el cual es su giro arrastraba la piedra.

Las transmisiones y ruedas de accionamiento de los ejes de las piedras de los molinos, estaban bajo el suelo de la Sala en el interior de pequeñas galerías abovedadas practicadas para tal fin.

La máquina del trujal, está totalmente construida en madera, probablemente haya, para radios, llantas y bolillos y pino para los ejes. Los ejes de madera, terminaban en ejes de hierro y llantas del mismo material. Las piezas que formaban las ruedas, quedaban solidamente unidas por llantas de hierro que abrazaban el conjunto.

Hemos observado que la madera, no estaba trabajada de un modo basto. Las uniones eran machihembradas y su acabado perfectamente pulido. Los bolillos están colocados en agujeros rebajados en las llantas.

Los refuerzos para unir llantas, radios y ejes eran de varilla de hierro de sección cuadrada que no se dejó lisa, sino revirada, logrando incluso un agradable efecto estético allí donde funcionalmente no era necesario.

En el muro contiguo a la bodega, y junto a uno de los molinos, se dispuso la primera prensa de un solo tornillo, y junto a ella, en una ampliación posterior, se añadió la segunda prensa, de mayor capacidad de trabajo, con dos tornillos.

La situación de estas prensas puede apreciarse en el plano de la planta Sótano, en los dos huecos del muro entre la Sala de Máquinas y la Bodega.

A la Sala de almacenamiento de aceite, contigua, como quedó dicho, a la anterior; se accedía a través de una puerta practicada en el muro (donde según todos los indicios se encontró un hogar que suponemos servía para calentar el agua que añadida a la pasta, permitía obtener mejor aceite en el prensado.

En la Sala de almacenamiento de aceite o bodega, se encuentran en perfecto estado, 20 vasijas prismáticas, talladas en piedra arenisca con tapa de madera capaz cada una de ellas de contener alrededor de 750 litros de aceite. También se encuentran en esta y otras salas contiguas tinajas de diversas medidas, trabajadas a mano con idéntico fin.

En la planta sótano se encuentran además, dos pequeños recintos que servían como cuadras para el ganado.

Funcionamiento del trujal

El funcionamiento del trujal era muy sencillo; una o dos caballerías, accionaban la rueda motriz principal, cuya llanta se movía al unísono con la caballería. La gran cantidad de bolillos, engarzando con los de la rueda transmisora, multiplicaban la velocidad de giro de esta que a su vez al transmitir el movimiento al eje del molino era multiplicado nuevamente. De este modo hemos determinado (simplemente contando el número de bolillos), que por cada vuelta de la caballería, la piedra del molino, rodaba alrededor de su eje 6 veces.

La oliva era depositada a través del dosificador que relacionaba el giro de la piedra con la cantidad de aceituna vertida. Deteniendo la caballería se procedía a retirar la pasta que mezclada con agua caliente se depositaba en las esteras. Se colocaban por capas en la prensa, y eran empujadas y comprimidas por el husillo roscado. El aceite así obtenido sufría un decantado y el más fino se reservaba para consumo. El de inferior calidad, como era el que escurría por las juntas entre eje y rueda del molino, se recogía en una vasija enterrada, a través de los canalillos y era utilizado para alumbrado en lamparillas de aceite y candiles.

BIBLIOGRAFÍA:
Trabajo realizado en Abril de 1987 por varios alumnos del Instituto de Formación profesional de Alfaro La Rioja.
Los Alumnos son:
- José Manuel Martínez Pérez (el pana, de Igea)
- Juan Carlos Sáez de Guinoa (Carlos, marido Mariapi, de Igea)
- Teddy Ladrón Peña (Alfaro)
- Fernando Escuchuri Martínez (Alfaro)
- Jose Luis Martínez Pérez (Alfaro)

El profesor encargado:
Teodoro Inchausti Alonso (Alfaro)

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